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¿QUÉ ES LA ADICCIÓN A LA COMIDA? - PARTE 1- Entrevista de Adictalia a la psicóloga Rakel Villanueva - 30 Julio 2021

 

Rakel Villanueva, psicóloga especialista en adicciones de Bizkaia.

13 COSAS QUE DEBES SABER SOBRE ESTE TRASTORNO PSICOLÓGICO.

 

“María, una mujer de 46 años casada y con dos niños, cuando llega la noche y todos duermen ataca el armario del desayuno. Los dos paquetes de galletas, las madalenas y el chocolate le hacen, por unos minutos, olvidarse de sus frustraciones como madre, de que no se siente deseada como mujer y de su sentimiento de inferioridad al compararse con sus amigas. Cuando ve todos los envoltorios sobre la mesa, sabe que es excesivo y llega la culpa, pero nada puede hacer para evitar que la siguiente noche suceda lo mismo”.

María sufre adicción a la comida, y quien relata su caso es la psicóloga especialista en adicciones Rakel Villanueva desde Galdakao, Bizkaia (ver ficha profesional en nuestro directorio de psicólogos en adicciones). En este artículo, Villanueva puntualiza y profundiza en esta dependencia patológica con serias consecuencias.

 

LO QUE DEBES SABER SOBRE LA ADICCIÓN A LA COMIDA :  (PARTE I)

 

1. Es un trastorno psicológico que lleva a la persona a perder el control y depender de la comida, incluyendo grandes atracones. 

La adicción a la comida es un trastorno psicológico que se caracteriza por la necesidad de buscar y consumir compulsivamente determinados alimentos, a pesar de sus consecuencias nocivas para la salud. Lo define no tanto la frecuencia con que se realizan estos atracones (habitualmente alta), sino la pérdida de control por parte de la persona que lo sufre y el establecimiento de una relación de dependencia patológica con la comida.

Las personas que padecen este problema reciben el nombre de adictos a la comida. Aunque estos comportamientos adictivos también pueden aparecer en diferentes trastornos de la conducta alimentaria como el trastorno por atracón, la anorexia y la bulimia entre otros.

 

2. Es una adicción conductual antes que una dependencia a sustancias, aunque existe algo de controversia al respecto

Existe cierta controversia respecto de si la adicción a la comida es un tipo de adicción a sustancias o comportamental. Pero diversos estudios parecen indicar que se trata de una adicción comportamental. Personalmente, desde una perspectiva clínica, sí me inclino a considerarlo una adicción de este tipo, conductual.

El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría) contempla la adicción a la comida dentro del apartado de adicciones. Pero aún no lo define como un trastorno en sí mismo. Probablemente, por las dudas que existen sobre si se trata de un trastorno por consumo de sustancias o una adicción de comportamiento.

 

3. Deseo impulsivo de comer, pérdida de control, usar la comida para aliviarnos, guardar la conducta en secreto, son algunos indicadores del problema.

Existen varias señales que nos pueden ayudar a identificar un problema de adicción a la comida:

• Sentir el deseo o impulso de comer.
• Experimentar una pérdida de control sobre la comida o ciertos alimentos.
Obsesionarse con la comida o ciertos alimentos.
• Utilizar la comida para aliviar tensiones y sentimientos negativos.
Negar la gravedad del problema.
• Intentar mantenerlo en secreto.
Continuar comiendo de esa forma a pesar de sus efectos adversos.
• Realizar intentos reiterados por dejar de comer así y fracasar.

Nuria y Esther, dos ejemplos de adictas a la comida

Nuria tiene 14 años, después de hacer un repaso a Instagram siente ansia por comer. Se prepara un plato de macarrones al que le sigue un bocadillo de chorizo y un paquete de patatas fritas. Este tipo de comida lo tiene prohibido si quiere conseguir el cuerpo que tienen las otras chicas. Sin embargo, el placer que siente en ese momento le hace olvidarse de que está asqueada con su imagen y su vida. Piensa que no es para tanto. No se lo va a contar a nadie porque mañana comenzará un nuevo régimen y volverá a intentar hacer ejercicio.

Esther tiene 40 años y este verano quiere estar perfecta. Su madre y su jefe no paran de exigirle y le agobian. No podrá con ellos, pero si con su cuerpo. Apenas come durante el día porque le quedan sólo dos meses para bajar 12 kilos. Aguanta bien el hambre ya que el ritmo de trabajo y el gimnasio le tienen entretenida.

Llega a casa a última hora de la tarde. Un email de su jefe le recuerda que tiene trabajo pendiente y un calor repentino le sube por el cuello. Revisa las facturas y siente un nudo en el estómago. Al mismo tiempo, un whatsapp de su madre le recuerda lo mala hija que es y siente que le falta el aire. Se pone la televisión y abre un armario. Una hora después, se da cuenta de que se ha comido dos tabletas de chocolate, el paquete de bizcochos y dos de patatas fritas. El estómago le duele y siente nauseas. Piensa que podrá controlarlo, mañana volverá al ayuno.

Como podemos observar, estas personas utilizan la comida para aliviar tensiones y sentimientos negativos. Sienten ansia normalmente por alimentos prohibidos como dulces o snacks. Dependen de ellos para obtener placer, pero al mismo tiempo su ingesta les hace sentir culpa y frustración, y por eso recurren de nuevo a ellos para aliviar el malestar. Así se forma el círculo vicioso en el que se encuentran atrapados quienes sufren esta enfermedad.

 

4. Detrás de la adicción a la comida existen características personales y emocionales como la sensación de fracaso o la impulsividad, entre otras.

Existen características de personalidad y estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a la adicción a la comida.

Entre los estados emocionales que pueden promover la adicción a la comida, destacan:

• La depresión y la ansiedad
• La disforia (estado anormal del ánimo que se vivencia subjetivamente como desagradable y se caracteriza por oscilaciones frecuentes en el estado de ánimo)
• La carencia de afecto
• El aislamiento social
• La sensación de fracaso
• Los problemas en las relaciones familiares, sociales o laborales
• Intolerancia a los estímulos displacenteros tanto físicos (dolor, insomnio, fatiga…) como psicológicos (disgustos, preocupaciones, responsabilidades..).

Entre las características de personalidad que predisponen al desarrollo de adicción a la comida, destaca:

• La impulsividad
• Una baja autoestima
• Un estilo de afrontamiento inadecuado ante las dificultades cotidianas.

5. La adicción a la comida se origina en la familia, a base de imitar una forma compulsiva de comer o como estrategia para aplacar estados de ánimo desagradables

El origen de la adicción a la comida lo podemos encontrar, en unos casos, como una conducta aprendida que se adquiere a base de repetir las ingestas que, en un principio, resultan placenteras. En otros, como estrategias de afrontamiento inadecuadas para hacer frente a problemas personales como la ansiedad, la tristeza o la soledad entre otros. A menudo, este aprendizaje de conductas se hace dentro de la familia.

Ramón afronta la ansiedad engullendo

Ramón tiene 38 años, es muy tímido y nunca ha tenido amigos. Últimamente, en el trabajo se siente poco valorado y percibe que se aprovechan de él: le cargan de trabajo porque le da miedo y vergüenza negarse; siente que no sirve para nada. Sus padres apenas le llaman desde que nació su sobrina. Llega a casa y ve las pizzas y el bote de helado en el congelador, y siente que se merece todo eso: se lo ha ganado. Experimenta un verdadero placer al comerlo, al tiempo que nota que la tristeza y la ansiedad se disipan. Mañana lo repetirá porque necesita volver a sentirse así de bien.

¿QUÉ ES LA ADICCIÓN A LA COMIDA? - PARTE 2- Entrevista de Adictalia a la psicóloga Rakel Villanueva - 30 Julio 2021

 

LO QUE DEBES SABER SOBRE LA ADICCIÓN A LA COMIDA: (PARTE II)

 

6. Si bien personas con sobrepeso y obesidad son más propensas, todos los factores mencionados antes pueden predisponer a esta adicción.

Los estudios nos muestran que las personas con sobrepeso y obesidad, sobre todo que buscan tratamiento para perder peso, son más propensas a desarrollar una adicción a la comida. Sin embargo, cualquiera que comparta los factores psicológicos de predisposición, que se comentaron en el punto cuatro, pueden sufrir este tipo de adicción.

(Pero si tengo que basarme en mi experiencia en consulta, los tres perfiles más habituales con los que me encuentro son los de María, Nuria y Ramón, relatados en este artículo.)

 

7. La adicción a la comida prevalece sobre todo en mujeres mayores de 35 años y en adolescentes con sobrepeso.

La mayor prevalencia de adicción a la comida la encontramos en adultos mayores de 35 años de sexo femenino. En niños es muy baja, aumenta en la adolescencia, sobre todo, si existe obesidad o sobrepeso.

 

8. En personas con tendencia a esta adicción, el cerebro genera más placer cuando ingieren comida basura.

Lo que comemos, la cantidad y el momento en que lo hacemos, está determinado por mecanismos cerebrales. Estos engranajes neuronales, al recibir el estímulo químico de los alimentos, generan sensaciones relacionadas con el placer, la palatividad de la comida y, también, con el apetito y la motivación para buscar alimentos sabrosos.

En el cerebro de la persona adicta a la comida se observa, por un lado, una mayor activación neuronal en circuitos relacionados con la recompensa a señales de alimentos con alto contenido calórico (grasas y azúcar). Y, por otro, limitaciones en el control cognitivo.

En el cerebro de la persona adicta a la comida se observa, por un lado, una mayor activación neuronal en circuitos relacionados con la recompensa a señales de alimentos con alto contenido calórico (grasas y azúcar). Y, por otro, limitaciones en el control cognitivo.
Adicción a la comida, consulta con psicóloga experta en trastornos de la alimentación

Los alimentos con alta palatibilidad pueden promover una actitud adictiva hacia la comida, si bien esto depende de la estabilidad emocional y psicológica de cada persona.

9. Consecuencias de la adicción a la comida: ansiedad, depresión, obesidad, diabetes, problemas cardíacos…

Las principales consecuencias que tiene la adicción a la comida sobre la salud son:

• Ansiedad y/o depresión.
• Baja autoestima.

• Sentimientos de culpa.

• Cambios bruscos de humor e irritabilidad.

• Rechazo de la imagen corporal.

• Sobrepeso u obesidad. Aunque no todas las personas adictas a la comida son obesos o tienen sobrepeso.

• Diabetes.

• Hipertensión.

• Problemas cardiovasculares.

• Colesterol alto.

• Trastornos digestivos.

La adicción a la comida puede provocar desórdenes de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o el trastorno por atracón.

¿QUÉ ES LA ADICCIÓN A LA COMIDA? - PARTE 3- Entrevista de Adictalia a la psicóloga Rakel Villanueva - 30 Julio 2021
 

LO QUE DEBES SABER SOBRE LA ADICCIÓN A LA COMIDA: (PARTE III)

 

10. Alimentos con potencial adictivo: carbohidratos, azúcares, grasas saturadas… aunque el riesgo depende de la salud psicológica de la persona

Varios estudios señalan que ciertos alimentos como los hidratos de carbono o azúcares y las grasas podrían tener potencial adictivo. Sobre todo, los alimentos con alta palatabilidad (los que tienen capacidad de retrasar la sensación de saciedad y promueven seguir comiendo sin límite). También se ha encontrado una relación directa entre los alimentos con glutamato y la ingesta en las conductas de atracón.

Sin embargo, a pesar del supuesto poder adictivo de ciertos alimentos, si una persona está estable psicológica y emocionalmente, tiene una alta autoestima, una buena capacidad para afrontar problemas, y buenas relaciones familiares, sociales y laborales, será muy difícil que desarrolle una adicción a la comida.

La industria de la alimentación emplea cada vez más el azúcar en la elaboración de productos alimenticios, sobre todo chatarra. Dentro de un contexto socioeconómico de país enriquecido, y sobre todo en familias con bajos recursos económicos y educativos, esta dieta alta en azúcares promovida por la industria puede favorecer la aparición de personas adictas a la comida, al combinarse con otros dos ingredientes. Uno es el bombardeo publicitario que estimula la compra este tipo de alimentos; otro, la gran accesibilidad que tenemos a estos productos: mucho más económicos y fáciles de consumir que otros más sanos.

 

11. La familia debe actuar como co-terapeuta, apoyando, brindando alternativas, sin culpabilizar ni restar importancia al problema

La familia y el entorno son siempre fundamentales para la recuperación de una persona con un problema de adicción. Es importante que actúen como co-terapeutas para ayudar y supervisar el tratamiento, ejerciendo de enlace entre el paciente y el terapeuta.

Tiene que servir de apoyo en los momentos de mayor vulnerabilidad. Ofrecer otras alternativas a la comida para hacer frente a la soledad o la frustración y, sobre todo, no culpabilizar ni enfadarse con la persona que sufre adicción, y tampoco quitarle importancia al problema. Debe contribuir a que exteriorise la emociones y aceptarlas para poder gestionarlas.

 

12. La ayuda psicológica profesional es fundamental para superar la adicción a la comida.

Es muy difícil que se pueda superar una adicción a la comida sin el tratamiento psicológico adecuado. Los tratamientos empleados en general combinan estrategias psicológicas y nutricionales.

El apoyo nutricional ayuda a los pacientes con adicción a la comida a mantener unos hábitos alimentarios saludables a través de la psicoeducación, contribuye a:

• Establecer patrones alimentarios regulares
• Desarrollar habilidades de planificación para evitar ayunos
Manejar las situaciones de riesgo.

El tratamiento psicológico opera con técnicas basadas, por un lado, en la modificación de conducta para identificar aquellos estímulos (situaciones emocionales o relacionales) que llevan a la pérdida de control sobre la ingesta. Por otro, a nivel cognitivo, busca identificar y modificar los pensamientos y sentimientos automáticos que favorecen y mantienen la ingesta compulsiva.

Con este tratamiento, la persona que sufre adicción a la comida descubre cómo son su conducta, pensamientos y emociones y la relación que tienen con sus hábitos alimentarios inadecuados. Posteriormente, busca alternativas más apropiadas por medio de la intervención en aspectos como la impulsividad, la autoestima, el afrontamiento inadecuado de problemas, los déficits en habilidades sociales, la dificultad para regular emociones (tanto positivas como negativas) o la imagen corporal.

 

13. En casos de deterioro grave, las personas pueden ingresar en un centro de desintoxicación por un tiempo.

Sí, existen centros especializados en adicción a la comida. Algunos realizan los tratamientos de forma ambulatoria y otros ofrecen la posibilidad de un ingreso, si el caso es muy grave o la situación personal del paciente lo requiere.

El momento de derivarle a un centro de desintoxicación residencial se da cuando la persona adicta a la comida tiene su salud muy deteriorada y ha perdido totalmente el control sobre la ingesta, llegando esto a interferir en la funcionalidad para vida de una forma «normal».

LA SALUD MENTAL

La Organización Mundial de la Salud define salud mental como “el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Sin embargo, en nuestra sociedad estamos acostumbrados a sobrellevar las dificultades psicológicas sin pedir ayuda, y solo lo hacemos cuando se vuelven muy graves.

Solemos creer que podemos resolverlas nosotros mismos y que lo que necesitamos es tiempo, pero este puede agravar la situación.

Cuando un problema afecta nuestra vida impidiéndonos disfrutar de sus aspectos positivos debemos plantearnos buscar ayuda de un profesional.

Demorarlo puede empeorar una dificultad que tratada a tiempo puede ser resuelta más fácil y rápido. Pensamos que no hablar del problema hace que este desaparezca, sin embargo, no hablar del problema es perjudicial porque genera enfermedades, puesto que al no hablar sobre ello lo hace nuestro cuerpo en forma de dolencias como migrañas, tensiones musculares y úlceras. Las cuales desaparecerán probablemente cuando se trate el problema.

La terapia nos puede ayudar, no solo con las dificultades psicológicas y los trastornos graves, también con problemas emocionales y de sobrecarga que pueden afectar a personas cuidadoras de enfermos crónicos.

El malestar psicológico en los niños es más difícil de identificar. Para poder reconocer sus síntomas debemos prestar atención a manifestaciones exageradas de enfado, miedo, tristeza, cambios repentinos en el comportamiento, en el patrón de sueño, en el apetito, que puedan indicar que hay un problema psicológico y necesitan la ayuda de un profesional.

Los trastornos de alimentación

La obsesión por una figura cada vez más delgada se ha convertido en un problema que afecta a un creciente número de adolescentes y jóvenes, especialmente de sexo femenino, y los trastornos de alimentación como la bulimia y la anorexia nerviosa se han hecho más frecuentes.

Existe una combinación de causas individuales, familiares y sociales que desempeñan un papel muy importante en el desarrollo y mantenimiento de un trastorno de alimentación.

Estos trastornos no son solo dificultades para alimentarse correctamente sino que pueden ser manifestaciones externas de problemas de identidad y relación. Suelen aparecer en la adolescencia, momento evolutivo en el que la familia se enfrenta a un gran cambio, pues el adolescente busca su propia identidad y autonomía en un avance a la próxima separación.

Hay una serie de factores socioculturales que influyen en el aumento de la incidencia de estas enfermedades.

Las presiones sociales hacia la delgadez son constantes: se rechaza la obesidad, las casas de moda reducen cada vez más sus modelos y tallas, los medios de comunicación envían mensajes en los que la delgadez es señal de felicidad, pareja, éxito profesional y en las relaciones sociales.

El sexo femenino recibe el mensaje de que deben ser “supermujeres” (cuerpo 10, trabajo, casa, niños y pareja). El conflicto de roles puede provocar sentimientos de fracaso y la presión por conseguirlo todo les puede llevar a pensar que lo único que pueden controlar es su peso corporal, o quizá piensen que si consiguen un cuerpo perfecto lo demás llegará por sí solo. Además, se está dando una idealización de los trastornos de alimentación, la anorexia nerviosa suele asociarse a chicas de clase social alta, inteligentes, con elevados rendimientos académicos y perfeccionismo. Muchas jóvenes comienzan dietas para ser más populares, pero debido a la naturaleza de esta enfermedad solo consiguen aislarse más socialmente y sentirse más descontentas consigo mismas.

La bulimia y la anorexia nerviosa son dos de los trastornos de alimentación más comunes.

Ambos están asociados a una idea sobrevalorada de la delgadez, una excesiva preocupación por el peso y un miedo desproporcionado a engordar que, consecuentemente, alteran de forma notoria las conductas de ingesta y facilitan la aparición de comportamientos anómalos cuya finalidad es evitar la ganancia de peso. Aunque ambos comparten una serie de rasgos comunes, son trastornos diferentes:

Anorexia nerviosa. Afecta generalmente a las mujeres adolescentes, pero también a prepúberes, mujeres mayores y, en menor medida, a hombres. Se caracteriza por una pérdida de peso autoinducido por medio de la restricción alimentaria y/o el uso de laxantes y diuréticos, provocación de vómitos o exceso de ejercicio físico, miedo a la gordura y amenorrea en la mujer o pérdida de interés sexual en los hombres. Su forma de presentación es insidiosa, la alarma comienza cuando la negativa a comer es muy marcada y la extrema delgadez se hace evidente, o cuando aparece la amenorrea.

Bulimia nerviosa: se caracteriza por alternar periodos de restricción alimentaria con episodios de ingestas copiosas seguidos de vómitos autoinducidos, y por el uso de laxantes y diuréticos. La presencia del atracón es lo que define a esta enfermedad, su desencadenante suele ser el hambre generada por haberse sometido a una dieta restrictiva; con el tiempo, este se generaliza como recurso para aliviar el malestar emocional. La edad de presentación suele ser mayor que en las anoréxicas y, a diferencia de estas, suelen tener buen aspecto pudiendo estar incluso con sobrepeso, lo que no quiere decir que su vida no corra el mismo riesgo.

La terapia familiar es una propuesta muy acertada en el tratamiento de estos trastornos.

Aunque es cierto que es una persona la que está enferma, no es la única que sufre sus consecuencias, todos los miembros de su familia están afectados y además, su conducta no solo puede contribuir a mitigar los síntomas del paciente sino que será una fuente de recursos muy importante para su recuperación. Sin embargo, si no reciben la ayuda adecuada pueden enredarse de modo que refuercen la enfermedad.

Los trastornos de conducta en niños

Comenzaré este artículo contando una pequeña historia personal.

Una mañana estaba con mi hija de 12 meses en casa, ella jugaba en la alfombra del salón mientras yo hacía pequeñas tareas domésticas vigilándola en silencio. De repente, ella dejó sus juguetes y comenzó a jugar con la televisión, yo me acerqué para explicarle que eso no se hacía, ella volvió a sus juguetes y yo a mis tareas. Al poco tiempo, regresó a la televisión y me acerqué de nuevo para estar con ella. Observé que cada vez trataba más de jugar con la televisión que con sus juguetes, mi bebe de 12 meses había aprendido que una buena manera de que su mamá estuviera con ella era hacer algo inapropiado, pues de lo contrario, no conseguía la misma atención.

Entonces comprobé aquello que siempre trato de explicar a los padres que vienen a la consulta por el mal comportamiento de sus hijos: ellos solamente están llamando nuestra atención, y si lo hacen es porque nos necesitan.

El malestar psicológico en los niños es difícil de detectar, por esto debemos prestar atención a manifestaciones exageradas de enfado, miedo, tristeza, cambios repentinos en su comportamiento, en el patrón de sueño y en el apetito.

Como padres no somos culpables de los problemas que sufran nuestros hijos, pero sí responsables y debemos protegerlos buscando ayuda cuando sospechemos que pueden estar sufriendo algún problema psicológico. De especial importancia es buscar esa ayuda también cuando se trata de un trastorno de conducta como los celos o las rabietas que puedan desencadenar conductas agresivas, pues en estos casos podemos pensar que es necesario un cambio por tratarse de conductas inadecuadas pero, al ser el niño el que molesta o ataca, se nos olvida que él también está sufriendo.

Los problemas de conducta en los niños suelen ser manifestaciones de que algo no marcha bien. Siempre que un niño presenta una conducta inapropiada está pidiendo ayuda para dificultades que puede tener en sus relaciones con la familia, los compañeros o el colegio. Como ya se ha comentado, esto no quiere decir que la culpa de lo que le sucede a nuestros hijos la tengamos nosotros ni tampoco que seamos malos padres, lo que necesitamos es el apoyo de un profesional que nos ayude a entender la situación, nos explique por qué sucede y nos oriente sobre el modo adecuado en que debemos comportarnos para que esta cambie. Sin embargo, en estos como en otros problemas psicológicos, por tratarse de dificultades cotidianas nos cuesta pedir ayuda, pues creemos poder solucionarlas nosotros o que cambiarán cuando el niño crezca. El riesgo es que esto a veces no suceda y las conductas inapropiadas se van cronificando y volviéndose cada vez más graves, hasta que nos encontramos con un adolescente que puede con nosotros porque se ha hecho más fuerte tanto física como mentalmente.ad.

Covid-19 y confinamiento

Entrevista del diario Crónicas a la Psicóloga Rakel Villanueva

¿Qué es lo que peor llevamos de este encierro los adultos?

→ Por un lado, el distanciamiento social y no poder realizar actividades de ocio. La reducción de la movilidad implica no poder ver a nuestros seres queridos, no compartir con estos familiares y amigos cafés, charlas…también implica no poder pasear, disfrutar de espectáculos, hacer deporte. Todo esto afecta más a quienes viven solos.

→  Por otro lado, estar recluidos conlleva, en muchos casos, una pérdida de la intimidad, la obligación de pasar mucho tiempo con las mismas personas con las que, aunque convivan con nosotros, incluso no tengamos una buena relación, puede llevar a conflictos y discusiones.

¿Cuáles son los problemas más habituales que estáis notando debido al confinamiento?

Estamos detectando dos tipos de problemas, los trastornos derivados directamente de esta situación y los trastornos que ya existían antes pero no éramos conscientes de ellos porque habían permanecido ocultos debido, sobre todo, al ritmo de vida y a actividades que nos servían para desviar la atención como deporte, reuniones sociales…

Entre los problemas que surgen debido al confinamiento, los más habituales son los trastornos de ansiedad y, en menor medida, fobias, trastornos obsesivo-compulsivos y ciertas adicciones relacionadas con el uso de dispositivos y juego online. Covid y adicciones.

Trastornos de ansiedad: Las alteraciones psicológicas están relacionadas fundamentalmente con sensaciones de agobio por el impacto en la salud pública y las consecuencias económicas que este proceso nos está haciendo vivir, con la incertidumbre y el miedo al cambio. Es cuando estas situaciones se mantienen mucho en el tiempo y dominan nuestros pensamientos cuando pueden surgir episodios de ansiedad.

Fobias: Miedo extremo y desproporcionado a contagiarnos y a enfermar o morir que nos lleva a realizar conductas de evitación y nos impide llevar una vida normal.

Trastornos obsesivo-compulsivos: La obsesión por la posibilidad de contagiarnos nos puede llevar a que nuestro pensamiento gire siempre en torno a esa idea y sintamos la necesidad de realizar rituales como el lavado excesivo de manos y una limpieza extrema, o llamadas continuas a familiares para comprobar que todo está bien, que nos puede incapacitar en nuestra vida diaria.

Adicciones: Una actividad se convierte en adicción cuando perdemos el control sobre ella, tiene prioridad sobre el resto de las tareas del día, apartándonos incluso de nuestras obligaciones, y perjudica nuestra salud física o mental.

¿De qué manera se manifiestan?, ¿algunos nos pueden pasar desapercibidos, es decir, podemos no ser conscientes de que nos pasa algo?

Normalmente se manifiestan con sensaciones de estrés, sentimientos de tristeza, soledad, vacío, culpa, angustia, temor, desorientación… Es importante estar atentos a los cambios de humor (la sensación de estar como en una montaña rusa) y a las alteraciones en el ritmo de sueño y de comidas.

En ocasiones estos sentimientos o emociones pueden pasar desapercibidos ya que inconscientemente los ocultamos para no conectar con nuestro sufrimiento. Realizamos conductas de distracción o evitación para no reconocerlos, como cuando ponemos un programa para no pensar o comemos sin tener hambre porque probablemente estemos estresados, tristes o enfadados…

Como profesional, ¿Notáis actualmente más incidencias en cuanto a problemas con la pareja, con la familia…?

Muchísimas más. Al igual que durante las vacaciones suelen aumentar las fricciones en algunas parejas y familias porque pasan mucho más tiempo juntas, ahora el confinamiento está haciendo el mismo efecto pero con el añadido de que no podemos desconectar ni tomar distancia pues nos encontramos todos confinados. El trabajo, el colegio, las actividades extraescolares o de ocio tapan muchos problemas que ahora salen a la luz.

¿Hay algo que podamos hacer en este momento para ayudarnos a superar esta nueva realidad de la que tanto se habla?

Comprender lo que nos sucede nos orienta de forma natural a encontrar soluciones. Debemos identificar nuestras emociones, cuando experimentamos una alteración del ánimo esta tiene un efecto en nuestro cuerpo; si, por ejemplo, estamos asustados podemos sentir calor, dolor de cabeza, presión en el pecho o estómago…Debemos aceptarlas, lo extraño no es cómo nos estamos sintiendo si no la situación excepcional que nos está tocando vivir, por esto no debemos culparnos por sentirnos así o hacer como que no pasa nada. Debemos respetarlas, permitirnos estar mal porque simplemente tenemos derecho a estarlo.

Por último, focalizar en aquello que sí podemos controlar puede ayudarnos a sobrellevar tanta incertidumbre.

Primeros paseos en la calle, todos decimos que estamos deseando salir. ¿Habrá personas a las que estas salidas les provoquen miedo? ¿Qué pueden hacer para animarse a salir, para ayudarse?

Si, el miedo a contagiarse y enfermar, sobre todo en aquellas personas con patologías previas de fobias, trastornos obsesivo-compulsivos o hipocondría, puede provocar temor y condicionar las salidas. También aquellas personas con dificultades al relacionarse y frecuentar lugares públicos pueden tener problemas a la hora de retomar las salidas.

Respecto a qué pueden hacer para animarse, las personas con patologías previas, lamentablemente, es difícil que puedan hacerlo sin ayuda profesional psicológica. El resto, no debería forzarse, debería buscar el momento más adecuado, en el que se sientan más cómodos y seguros. De esta forma, facilitarán tener experiencias positivas en sus salidas, lo que hará que quieran repetirlas.

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